En la vida nunca estamos preparadas para recibir una enfermedad que nos frena y nos limita la energía y dedicación que nuestros hijos necesitan. Aún cuando estamos agotadas física y emocionalmente queremos estar ahí, presentes con toda la actitud y la fuerza, pero somos vulnerables y estamos pasando por una etapa muy difícil con nosotras mismas.
Es muy importante prepararte para conocer tus límites, para pedir ayuda, para hablar con tus hijos y sobre todo para aceptar que esto es sólo una etapa de la vida que te ayudará a crecer y a ser una mejor mujer y madre. Nada como prepararte y saber qué hacer justo en este momento.
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Aquí algunos consejos sobre lo que debes hacer.
Diles a tus hijos una verdad que puedan entender
Los niños son muy inteligentes y se darán cuenta de que escondes algo si no se los has dicho. Pensar que los proteges al no decir algo puede resultar en justo lo contrario.
No debes esconder tu enfermedad, sino que debes explicarles de una manera sencilla y con base en su edad, qué es lo que tienes, cómo lo vas a curar y qué va a pasar en casa mientras te curas.
La conversación con un niño de 5 años será muy diferente a la que puedas tener con un adolescente, pero en ambos casos, tendrás que ser muy clara, escuchar sus dudas, responder a ellas y estar muy pendiente de los siguientes días. Debe abrirse una línea de comunicación que permanezca abierta de ahora en adelante.
Hacerlos parte te conectará más con ellos e incluso entenderán por qué mamá no puede estar al cien todo el tiempo.
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Haz tus tardes libres de cáncer
Dedicarte toda la mañana a todo lo relacionado a tu tratamiento es clave para mantener al máximo tus actividades con tus hijos, pero sobre todo para cerrar el día de una manera positiva después de dormirlos.
Es muy común que la familia y amigos aparezcan en la noche para saludar y para platicar de tu evolución. Establece la regla de que sólo hablarás del cáncer durante la mañana y te aseguro estarás mucho más enfocada y tranquila en tus actividades de mamá. Tus hijos y tú merecen disfrutar del tiempo que tengan juntos.
Agenda algo después de tus sesiones de tratamiento
Ya sea irte a casa a descansar y leer un libro o ver una serie cuando sales de una quimioterapia, o bien tomar un café con una amiga o caminar por el parque tranquila después de una radiación.
Estos espacios para ti después de una sesión de tratamiento te permitirán tranquilizarte, descansar tu mente y prepararte para el tiempo de calidad con tus hijos. Ya te habrás regalado un rato para ti y estarás lista para recibir a tus hijos en casa.
Pide y acepta ayuda
A veces somos muy malas para hacer esto. Yo soy siempre la que ayuda, resuelve, acompaña, ofrece y da su tiempo. Me costó muchísimo trabajo darme cuenta que ahora era yo la que necesitaba la ayuda.
No digas que no, más bien acepta con amor y cariño todo el apoyo que te den. Desde llevarte al hospital, recoger a tus hijos en la escuela, ir al súper, decidir qué se cocinará en casa... todo será de gran ayuda y te permitirá enfocar tu energía en lo más importante.
Pedir ayuda no te hace más débil, te hace más fuerte porque reconoces lo que no puedes hacer.
Organiza y planea tus semanas
La certidumbre es nuestra mejor amiga en estos momentos de la vida, y nada como tener al menos un plan de actividades de nuestra semana ya hecho. Sobre todo, de todo aquello que queremos hacer, además de las responsabilidades que tenemos.
Si estás trabajando mientras sigues un tratamiento, trata de empezar tu día laboral más temprano y así puedes agendar tiempo para ti. Haz una lista de lo que quieres hacer, desde comprar un libro o ir al salón a un manicure, tomar una clase de yoga o incluso meditar. Mete todo en este calendario y no pasa nada si no haces algo porque te sientes mal o cansada, se trata de un ejercicio que permite se genere certeza de lo que va a pasar y eso ayudará mucho a tu estado de ánimo y a tu energía.
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