Y es cierto que la vida sigue y que el dolor se olvida…Pero hay grandes aprendizajes y transformaciones como resultado de este proceso de vida y son muchos los cambios que se dieron, algunos lentos, otros inmediatos y otros siguen sucediendo inclusive hoy.Siempre he creído que todo lo que nos pasa en la vida tiene un fin mayor y supremo para nuestro bien así que tratando de resumir en pocas palabras lo que pasó en mi vida después del cáncer, fueron dos grandes cosas: Aceptación y Conciencia.
Aceptación primero sobre la enfermedad. Me dejé de cuestionar el por qué a mí desde esa visión de víctima y entendí que debía actuar de manera proactiva y positiva y ver esto como otro gran reto de vida. Acepté que soy vulnerable, que a pesar de mis creencias y esfuerzos en ser una mujer sana, independiente, generosa, empoderada y con gran fuerza, soy una mujer como todas, que necesita ayuda, que requiere apoyo, que se equivoca, que no sabe siempre cuál es el mejor y más corto camino, y sobretodo que necesita recibir a cambio de todo lo que da, acepté que no puedo con todo. También acepté que la vida te frena por completo cuando es necesario para que hagas una pausa y te redescubras. Acepté mis errores y mis oportunidades. Acepté el cambio, ese que cuesta siempre mucho trabajo. Acepté que no tenemos el control de nada en la vida, aunque parezca lo contrario, aprendí a aceptar que las cosas se acomodan solas… Acepté el cáncer en mi vida, me acepté…Y me hice consciente, pero en ese sentido profundo de la palabra.
Me hice consciente de lo que realmente importa en la vida, de las verdaderas prioridades que hoy tengo: como estar con mi hija, disfrutar del tiempo con mi esposo, darle el lugar y el tiempo correcto al trabajo y a todos los demás. Que no importa tanto el cómo se ven las cosas o si están ordenadas o no sino el beneficio que nos dan o el trabajo que facilitan. Me hice consciente de lo que realmente disfruto en la vida y que no me daba el tiempo de hacer, como bailar, cocinar, conectar con la naturaleza, leer un buen libro, platicar, acariciar a mis perros, ¡estar en casa!Me hice consciente de mis límites y de los límites que debía poner en mi vida en todos los aspectos, de lo que estaba dispuesta a seguir haciendo y lo que no, de lo que realmente me motivaba y me hacía sentir feliz. Me hice consciente de que soy cuerpo, mente y espíritu, y que hay cuidar los tres elementos en nuestra vida.
Hice consciencia de que mi cuerpo me habla cuando algo no está bien y hay que escucharlo siempre, que necesito siempre conectar con mi mente para frenarla y ordenarla. Me volví más consciente del tiempo y de las oportunidades que llegan sin planear, de que el tiempo pasa y se nos va, que suceden cosas que no debemos perdernos nunca. Hice consciencia de mis capacidades, de mis talentos y de eso que me distingue y me hace única.
Hice consciencia de que el trabajo de crecimiento se hace todos los días, no sólo al vencer una terrible enfermedad o una pérdida dolorosa. Hice consciencia real de que siempre, siempre, siempre, primero estoy yo. Y hoy paso más tiempo en mi casa y con mi familia, cambié mi camino profesional, me independicé, puse mi negocio y además decidí ayudar a otras mujeres como tú y como yo que pasan por este proceso de vida. Y bailo y medito y descanso y leo, y me aseguro de ver a la gente que quiero y que es importante para mí. Me doy tiempo para compartir, para estudiar, para aprender y para ver los pequeños detalles en todo. Y doy gracias siempre por esta segunda oportunidad para renacer y reinventarme, por la posibilidad de ser mejor y más feliz.
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